“Tempus Fugit” (2000) está compuesto en su totalidad por Juan Antonio Yustas, compositor en el que se mezclan la simbología, los conceptos y el pensamiento no sujetos a leyes armónicas tradicionales, ritmos preconcebidos ni cánones melódicos preestablecidos; así, en gran parte de sus obras existe una correlación entre el concepto musical y el matemático, con un contenido simbólico cargado de señas de identificación personal como en Theorem, obra en cuatro movimientos (introducción, análisis, inspección y resolución), compuesta a partir de un teorema matemático o Trio Opus √2 con una estructura claramente clásica (Allegro, Lento, Allegro).
Otro aspecto fundamental que destaca a lo largo de todo el disco son las influencias musicales que marcan las composiciones del autor: estas nos llegan con naturalidad, sin estridencias, mostrando a un compositor abierto a todos los estilos, cercano a otras culturas, a otras armonías como Bossa Vielha, bossa brasileña, no exenta de exotismo, con una armonía extremadamente trabajada o Cruz, en la que a un comienzo de claro estilo suramericano le sigue un fragmento en el que la guitarra y el folklore español son los protagonistas para terminar con un brillante joropo venezolano.
En esta línea se enmarca claramente el gusto por la música norteamericana (swing, rag, jazz) con obras como American Dream en la que se evoca el Oeste americano con ritmos de jazz, Ragweather en el que el ritmo, sincopado y con mucho swing, le proporciona a la pieza también un estilo jazzístico o Spaghetti Western, partitura extraída del Cuaderno Primero para bandurria y guitarra en la que un swing, presente de principio a fin, proporciona dinámica y flexibilidad a todo el desarrollo.
Cierran este grupo dos composiciones “jazz”: Noise en el que la soledad y el silencio del desierto de Arizona son los protagonistas bajo un ritmo misterioso e incierto y Espiritual, pieza para bandurria y archilaúd compuesta en homenaje al gran George Gershwin.
Asímismo, influencias renacentistas o pinceladas con claros tintes arábigos aparecen a lo largo de la obra, reafirmando de manera evidente ese “cocktail” de inspiración y calidad artística con las que, Juan Antonio Yustas y el grupo de cámara Citaraedus, componen e interpretan todo su repertorio.
A esta novedosa y singular agrupación camerística que representa Citaraedus desde sus inicios, se añaden, con un papel destacado en algunas de las obras de este compacto, dos nuevos elementos musicales: uno sonoro, la flauta de pico y otro rítmico, la percusión; es el caso por ejemplo de la Almande de Michael Praetorius (1570-1621) en la que la flauta de pico acentúa el carácter sencillo pero a la vez viril de esta danza; también en la Basse Dance “Mon decir” de claro carácter cortesano – renacentista y en la Gallarda “le tout”, ambas anónimas y editadas ambas por el editor flamenco del XVI Tylman Susato, la percusión marca el claro carácter andado de la primera y el aire más danzante o “de pie quebrado” de la segunda.
Es en la Suite nº 3 de la Música Acuática de G. F. Haendel (1685-1759), compuesta para amenizar los paseos del Rey Jorge I por el Támesis, dónde la flauta tiene una brillante presencia como solista.
Destaca como una de las señas de identidad de este primer compacto, la presencia de autores españoles de diferentes etapas como el Padre Antonio Soler (1729-1783) y su Sonata de clarines en la que brilla su línea “cantabile” recogida en una frase con predominio del elemento rítmico o la Suite itálica de Napoleón Coste (1805-1883), uno de los grandes maestros de la guitarra tanto en el campo de la composición como en el de la interpretación. Completan este bloque de autores nacionales el gran Isaac Albéniz (1860-1908) y su no menos famosa “malagueña” Rumores de la caleta, ejemplo del nacionalismo musical de finales del XIX, así como el Zapateado del sí de Salvador Ruiz de Luna (1905).
Este bello trabajo lo cierran obras reservadas a autores contemporáneos: Claude Debussy (1862-1918) y la adaptación de dos preludios escritos para piano llenos de sugerencias y metáforas así como dos obras contemporáneas de corte popular: la Danza de la virilidad de Dimos Mutsis, compositor griego y las Czardas rusas de aire fogoso y rápido en ritmo binario de Raisner-Raws, autor de origen húngaro.